Miro al horizonte y me pierdo,
no encuentro ni rostros ni nombres,
sólo lagrimas en la tierra fundidas
en las tinieblas del paso del tiempo.
Algunos apodos quedan a lo lejos
que intento ponerles rostro y nombre,
mas el olvido es tan grande, que
en la oscuridad del tiempo no encuentro.
¿Como ha sido posible el olvido?
cuando en el tiempo tanto he querido,
será la distancia entre los pueblos
la que ha puesto barreras a mi destino.
Quiero recuperar mi memoria
de todo el tiempo perdido,
visitando ese lugar tan bello, y
encontrar los sentimientos perdidos.
Ramillete de rosas y claveles lindos
la quinta del cuarenta y ocho,
que el destino quiso separarnos, y dejarnos,
huérfanos de nuestros rostros bellos.
Sólo tardes de baile de guitarras huecas
nos dejo el tiempo grabados en mente
con las madres sentadas en los poyetes
vigilando con mesura sus retoños verdes.
Tiempo de abarcas t de terruño ocre,
de corridas de toros en blanco y negro,
de saltos de rana de cordobeses
en las plazas de de los mejores carteles.
Tardes de judías secas y actitudes alegres,
de moras negras en zarzales silvestres,
de caminos de polvo y conversaciones alegres
entre las riveras y las praderas verdes.
Adonde quedaron aquellas tardes
mágicas de bellos atardeceres,
donde el arco iris rompía el horizonte
de los campos de trigales verdes.
Mis ojos negros se humedecen
cuando intento recordar el tiempo
de aquellos rostros de tallos verdes
transformados ya, en rastrojos indelebles.